La virginidad oral, desarmando el concepto de la logica original.
Y aunque no tuviera medio centímetro para hacerlo estaba hecho.
Crear una composición de tal magnitud sin que fuera descabellado, requeria mucho trabajo, disciplina y una estética inimaginable para que tuviera un resultado correcto.
Sin embargo nada parecía estar saliendo bien, especialmente cuando comenzaron las cosas, porque desde ese momento supe que habría muchos motivos, por los cuales caer bien, saludar, desenfrenar y olvidarme de lo serio que estaba.
Como siempre nada tiene sentido, hasta que explota la burbuja y nos damos cuenta que ya estamos sentados ahí, a merced de nuestros victimarios, o bien nuestras victimas están en el centro de la mesa. Y no era noche de Poker.
Es más, no estaba en un casino. Y no estaba perdiendo dinero. Qué ironía, estaba sentado como un RockStar el que solo pide y ché, nada te será negado.
La danza, si eso era una danza, comenzó demasiado rápido para lo que mis experimentados ojos habían visto algún día nacer, eso, era como una escena "muy porno" como fue definida la situación.
Siempre he visto las personas amarse al extremo o simplemente amarse y hacerse los que se aman. Pero ahí nacía y se percibía algo distinto. La fuente inagotable de la poesía erótica estaba al acecho de ellos, quienes en absoluto les importaba el mundo que los rodeaba y que seguía su curso, sin ellos en su historia.
Porque habían salido de su mente, de su mundo y de su dimensión, ya habían accedido a otro sitio donde nadie lo molestaba. Y yo que gentilmente fui colado por los astros divinos para contemplar, analizar, aprender, etiquetar y sufragar nuevamente ante los mandatos de lo divino y lo esotérico.
Socialmente, la escena tenia perverso morbo y quizás un poco de lujuria, sin que ello le hiciera perder su encanto, sus carnes estaban a punto de fundirse por un grito desesperado que agitaba la bandera incesante de la libertad.
Aquello era puro, era majestuoso, era mórbido y corrupto socialmente porque ninguno de los dos jamás, habían creado una historia desde un comienzo, si no que llegaron a la misma que tenían en común.
Por que cada uno, tenia una historia aparte, y un pequeño o gran universo donde residían los pensamientos moralistas, adecuados y queridos por nuestra absurda sociedad. Pero ellos habían soltado cualquier atisbo de señalamiento y fueron agiles en encontrar sólida compañía que los tendría ocultos por unos momentos.
Y claro me habían invitado a estar con ellos, a mí, un esquizofrénico, delirante y complice de ese momento de libertad y armonía celestial
Aunque la lúgubre sociedad en que habitamos y que ha sido donada por alguna raza superior para estudiarnos, el placer y la libertad de nuestras mentes y nuestras almas jamás podrían ser opacadas por la prisión sin rejas, llamada mundo.
Yo era feliz, con sensaciones propias de alguien que acaba de descubrir el mas poderoso secreto del mundo o de un niño que se enamora de su dulce.
Era feliz, por que veía como esa noche rompíamos la sociedad, como eliminábamos los conceptos, como destruíamos las cadenas de la opresión y la amargura, para dar rienda suelta al placer de estar vivos.
Era éter puro, hecho carne, con nombres y apellidos. Apellidos de casados inclusive. Pero lo que salía de sus cuerpos dibujaba figuras caprichosas de estrellas con colores indescriptibles y movimientos que marearían a cualquier astronauta, era amor, era placer, era felicidad, estaba alimentando a los seres más puros que el universo pudo haber creado y a su vez eran alimentados dentro de sus corazones por esa misma energía que circundaba su alma, su cuerpo, su mente.
Yo solo miraba. Y sonreía, cómplice del delito.
Analizaba el resto del mundo con una parte de mi mente que aun seguía pegada al mundo conocido, esa parte que me tendría alerta de otras cosas menos importantes que iban pasando. La generación de ese amor, criminal sin crimen, hacía la noche más duradera, más emotiva.
Y seguía mirando. Y sonreía, absorto en mi placer.
Pensaba, en que si cada persona diera rienda suelta a las sensaciones y emociones que siente por otra, el mundo sería un mejor sitio. Porque cada persona viviría un poco más feliz, habría menos razones para la amargura, y muchas más para la adrenalina, ni las motos de alta potencia logran despertar esa cantidad de química en el cuerpo. Simplemente son movimientos, equivalentes a una melodía lenta de Mozart, despierta el erotismo, es verdad, pero también puede ayudarte a conciliar el sueño.
En cambio, esas emociones, esos impulsos, cuando nunca has visto esa persona, y la ves, te mira a los ojos, sin saber cómo ni porque, de pronto sientes ganas de acercarte, de tocar, de oler, de sentir que está cerca, de vivir por dentro y por fuera de esa persona.
Estar junto, palpar, suavizar, callar, y cuando cierres los ojos y sientas que te unes, suspiras, encantas, enloqueces, te gustaría sonreír pero los labios ya están ocupados, ya están en su verdadera misión, son una parte viva e independiente que toma fuerza y hace lo que quiere, recorre, baja, sube se convierte en éxtasis humano trasladado a otra potencia, a algo más puro, a algo que la mente humana jamás podrá entender, solo sentir.
Cuando miras, fijamente, cuando rompes los conceptos, te liberas de las cadenas, la opresión de la sociedad te abandona y te conviertes en un ser que siente un placer profundo porque ha logrado entre muchas más cosas y placeres, es sentirse vivo. Y erotizas, quizás te llenas de morbo, quizás un poco perverso, un poco lujurioso, divisas el fin del mundo, y comienzas el universo.
No paras, sigues, tocas, bajas, subes, quitas, arrancas quizás desvistes o simplemente invades donde antes jamás se había invadido, te sientes el más corrupto de los seres y eres feliz, agitas, rompes, desarmas, abres los ojos por un segundo para cerciórate que está pasando y que quede un recuerdo en tu mente de lo que lograste vivir, sentir, maravillar, sigues, desgarras, nada tiene precio, nada tiene valor, nada es importante, arremetes con toda tu fuerza y el éter puro de la nostálgica vida astral te inunda, te hace feliz, te enloquece. Y eso solo ha sido el primer beso, el primer paso ante la digna, galante, adornada y estúpida sociedad, con su estereotipo de perfección, bastante imperfecta.
Y eso fue solo la primera vez que la viste, esa persona que jamás habías visto, pero solo habías sentido. Que miraste y deseaste sin razón alguna, o con todas las razones. Pero que ahora la deseabas, y la tenías ahí, a merced de tus designios de tus mandatos, porque también corría por la libertad, y estaría dispuesta a lo que fuera necesario por conseguirla y por vivir esa placer, porque de alguna manera también te había elegido para ese mórbido propósito.
Y yo solo miraba, y sonreía, cómplice del delito, absorto en mi placer.